1.000 millones de metros de cable submarino son los responsables de que tengas Internet

Prácticamente todos los continentes e islas importantes están comunicados mediante la infraestructura de redes submarinas, conectando a las diferentes economías del planeta.

El proceso de colocar los cables no ha cambiado demasiado en los últimos 150 años, barcos que atraviesan el mar lentamente desenrollando el cableado hasta que descanse en el fondo. Obviamente los cables ahora son más delgados y manejables, y existe tecnología para poder hacerlo todo con mayores garantías, incluso se puede jugar con enterrar los cables.

En las zonas con poca profundidad deben tener cuidado con el contacto con barcos, también con el ecosistema que allí vive: lugares donde descansan los peces, arrecifes de coral. Los cables en estas zonas, enterrados o no, suelen ser de mayor diámetro, para resistir en caso de que algún elemento móvil choque con ellos.

Arreglar un cable que está en esas profundidades no es nada sencillo, no se puede bajar a arreglarlo allí, sino que se sube a la superficie el trozo a reparar. Se realiza con una especie de garfio, y en zona seca se trabaja en unir o solucionar el daño, en un proceso muy costoso en tiempo – una semana – y dinero, ya que no hay demasiados barcos que realicen este trabajo.

Podemos pensar que esos cables son increíblemente gruesos, pero no, tienen más o menos el tamaño de un brazo humano. No hace falta mucho más espacio para proponer una protección para los cables de fibra óptica.

Se puede transmitir por el cable el orden de 3.840 gigabits por segundo, o lo que es lo mismo 102 discos DVD en ese corto periodo de tiempo, todo gracias a un hilo de fibra óptica. Si tenemos en cuenta que un cable hay ocho pares de hilos de fibra, nos podemos ir a 1.700 discos DVD por segundo, por encima de los 60 terabits.

Según datos de TeleGeography, la nueva red de cables se ha visto incrementada en un 44% de 2013 a 2014, con un ancho de banda de 65 terabits por segundo. Es especialmente relevante la creación de cables “privados”, la mitad de ellos crean rutas para las grandes compañías de tecnología.