El Alzheimer es una enfermedad que se puede prevenir

La enfermedad de Alzheimer tiene una vinculación que no se puede obviar con el envejecimiento, aunque esta patología no es una consecuencia inevitable de la edad. También sucede que se diagnostica en fases más precoces de la enfermedad gracias a los logros obtenidos en investigación.

La genética, al igual que el envejecimiento, es otro factor de riesgo no modificable de Alzheimer. Sin embargo, el Alzheimer solo está determinado genéticamente en un 1% de los casos. Así lo explica a CuídatePlus Nina Gramunt, neuropsicóloga y directora técnica del Área Social de la de la Fundación Pasqual Maragall.

 

El Alzheimer comienza provocando cambios neuropatológicos en el cerebro sin que la persona presente síntomas; una fase que podría durar hasta 20 años. Después, viene el deterioro cognitivo leve y, más adelante, la demencia.

Una de cada dos personas tiene relación directa o indirecta con la enfermedad de Alzheimer, pero la mayoría de gente desconoce que existen hábitos de vida que pueden ayudar a prevenirla. Hablamos de los factores de riesgo modificables.  

La neuropsicóloga Nina Gramunt, directora técnica del Área Social de la de la Fundación Pasqual Maragall, destaca la importancia de que el sueño sea reparador. Y es porque mientras dormimos se activan mecanismos necesarios para deshacerse de productos tóxicos del metabolismo cerebral, como la proteína amiloide beta, cuya alteración es clave en la enfermedad de Alzheimer.

Respecto a la actividad cognitiva, Gramunt señala que “el nivel de estudios académicos contribuye a mejorar la reserva cognitiva. Mantener la mente activa también, y puede ayudar a retrasar la aparición de los síntomas del Alzheimer ante los cambios cerebrales patológicos. Es fundamental hacer cosas nuevas, asumir retos (como aprender un idioma), leer, o adquirir una nueva habilidad (como tocar un instrumento). No hay que limitarse simplemente a repetir lo que ya sabemos hacer”.

Por último, conviene no dejar de lado las actividades sociales puesto que, como recuerda la especialista en Neuropsicología, “la socialización es una forma útil de mantener activa la mente, a partir de la interacción con otras personas, enriqueciendo nuestros conocimientos o aprendiendo de otras perspectivas, pero, fundamentalmente, evitando el aislamiento y sus consecuentes implicaciones en la salud mental.”