Mala salud bucal y tabaquismo, factores de riesgo para la artritis reumatoide

La artritis reumatoide es una enfermedad cruel, multifactorial y de difícil diagnóstico que entre cuyas causas de riesgo figuran la mala salud bucal y el tabaquismo, explicó el director del Colegio Nacional de Reumatología, Daniel Xibillé.

Las infecciones periodontales, que consisten en la acumulación de diversas bacterias en las encías, y el hábito de fumar favorecen a que la enfermedad se manifieste de forma más agresiva, disminuyen la efectividad del tratamiento y hacen que las articulaciones se destruyan más rápido, señaló.

«Un consejo que les damos (a los pacientes) es que se laven los dientes. Otro consejo es que no fumen», contó Xibillé, asegurando que «una adecuada salud bucal es importante para que el paciente con predisposición no desarrolle la enfermedad».

La artritis reumatoide, que por razones aún desconocidas afecta más a mujeres que a hombres, es crónica, «sumamente destructiva» y se desarrolla de forma insidiosa y paulatina, afectando al sistema musculoesquelético y aniquilando sin pausa las articulaciones.

Por ahora no hay nada que indique una razón común en la aparición de la enfermedad, habiendo algunas causas «bien definidas» y otras que invitan a la confusión.

«Hay múltiples motivos por los cuales un paciente puede desarrollarartritis reumatoide pero no es nada en particular ni es nada que el paciente haga para que le dé la enfermedad», aseguró.

El tiempo es esencial e incide de manera decisiva en el rango de actuación del paciente que, de no ser diagnosticado a tiempo, corre el peligro de que se cumpla «su mayor temor», la discapacidad absoluta.

A los seis meses ya se registra daño en la estructura de la articulación, pero al cabo de dos años 80 % de los pacientes ya tienen daño permanente.

«Idealmente un paciente debe ser visto por el reumatólogo en menos de un año y, si es posible, en menos de seis meses después de haber empezado la sintomatología», indicó el reumatólogo.

Asimismo, expresó que «si el paciente se trata a tiempo, la discapacidad se evita prácticamente en todos los casos».

Desafortunadamente, esto no suele suceder así, pues el diagnóstico de la enfermedad puede derivar de un periplo por diversos especialistas, empezando por el médico de atención primaria.

«Los reumatólogos tenemos la experiencia de que nuestros pacientes pasan por otros médicos antes de llegar con nosotros y les dan tratamientos paliativos que les quitan la inflamación un rato, pero el problema regresa y el daño estructural persiste», aseguró.

Si un paciente no se trata, comienzan a atrofiarse y deformarse sus articulaciones y el tratamiento médico es más restringido, limitándose a cirugías de ciertas complicaciones y a la colocación de prótesis articulares.

La enfermedad ataca la cotidianeidad de los pacientes, que experimentan «dolor y limitación de su funcionalidad», percibiendo dolencias al despertarse y viéndose impotentes al realizar acciones mundanas como lavarse los dientes, ir al baño o vestir a sus hijos.