Uveítis: La enfermedad de la visión que pasa desapercibida y puede terminar en ceguera

La Uveítis se caracteriza por ser una inflamación en la parte interna del ojo que causa malestar. Se clasifican en dos grupos: las uveítis infecciosas y las autoinmunes (o no infecciosas). 

Las primeras son muy difíciles de diagnosticar, sin embargo su tratamiento es más rápido, mientras que las autoinmunes son más complejas a la hora de tratarlas y pueden convertirse en crónicas.

Dependiendo a que parte interna del ojo afectan, éstas se subdividen en: anterior, intermedia, posterior y panuveítis.

Problema global

Entre 20 y 50 personas en el mundo por cada 100 mil habitantes, sufren de uveítis y se presenta en una edad en que los pacientes están en la parte más activa de su vida laboral y profesional. Entre el 70 y 90% de los casos sucede entre los 20 y 60 años de edad, y en la mitad de los pacientes se inicia entre la tercera y cuarta década de la vida.

Tratamiento

Los especialistas aseguran que el diagnóstico precoz puede proporcionar un tratamiento oportuno, sin embargo las personas demoran en consular esta molestia.

«Es muy importante lograr una derivación temprana al especialista para facilitar el diagnóstico y tratamiento precoz y reducir la morbilidad ocular», destacó el médico oftalmólogo Pablo Franco.

La detección oportuna conlleva a responder mejor al tratamiento, a lo que especialistas llaman «ventana de oportunidad del tratamiento», en relación a las dos o tres primeras semanas al inicio de la inflamación.

«El éxito del tratamiento de la uveítis depende en gran medida del diagnóstico temprano y el inicio rápido del tratamiento. El tratamiento correcto, más allá de reducir molestias y dolores, evita la recurrencia y esto es fundamental ya que con cada recurrencia crecen las posibilidades de tener complicaciones», agregó.

Ceguera potencial

El retraso en el diagnóstico y la detención contribuyen a la discapacidad visual, además que representa una ceguera potencial.

Como consecuencia, el paciente puede presentar complicaciones como: glaucoma, cataratas, desprendimiento de retina, edema macular y membrana neovascular, las cuales llevarán a una pérdida de visión transitoria o permanente (ceguera).

La inflamación intraocular puede generar complicaciones en más de la mitad de los casos, ocasionando un déficit visual severo en el 35% de los pacientes afectados.

La pérdida de visión causada por la inflamación y/o por sus complicaciones, aumentará los costos de la enfermedad para el paciente, su obra social y el sistema de salud. 

«Los principales síntomas son disminución de la visión, ojo rojo, fotofobia, visión de flotadores o neblinas en el ojo, y dolor en el globo ocular», detalló Franco.