Investigadores del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC), en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Cedars-Sinai Medical Center (EEUU), han descubierto una nueva vía terapéutica contra el glioblastoma, el tumor cerebral más agresivo.
El IMIBIC explicó en una nota que el estudio, en el que también han participado investigadores de la Universidad de Córdoba (sur de España) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), prueba la existencia de una alteración que afecta la correcta expresión de los genes, y que se ve alterada en algunos tipos de cáncer, como el glioblastoma, reseñó EFE.
Este original descubrimiento identificado en modelos animales y humanos ofrece una potencial fuente de nuevos biomarcadores de diagnóstico y pronóstico, así como de dianas terapéuticas para combatir este tipo de tumores cerebrales malignos.
El glioblastoma es el tumor cerebral más agresivo del sistema nervioso central y, aunque puede aparecer a cualquier edad, es el tumor más letal en adultos menores de 40 años y puede ser muy difícil de tratar.
De ahí el interés del estudio recién publicado, que proporciona nuevas vías para atacar este tipo de tumores al identificar nuevas moléculas y rutas de señal asociadas a la modulación de la maquinaria molecular de «splicing», un mecanismo natural de regulación de la expresión génica que es fundamental para el correcto funcionamiento de las células de todos los organismos.
En concreto, los resultados de este trabajo revelan la importancia de una molécula, el factor de splicing SRSF3, que se encuentra especialmente alterada en glioblastomas.
La cuantificación de los niveles de esta molécula permitiría diagnosticar inequívocamente este tipo de tumor y clasificarlo en distintos subtipos de agresividad, además de predecir la supervivencia del paciente tras su diagnóstico, permitiendo conocer cómo va a progresar el tumor en los meses siguientes.
Los investigadores que han realizado este estudio molecular y preclínico han desvelado el papel de SRSF3 en glioblastomas y han conseguido parar el crecimiento de estos tumores en modelos animales a través de la reducción de la cantidad de SRSF3 en el tumor, lo que podría trasladarse en el futuro al desarrollo de nuevos tratamientos para estos de pacientes.