Estudio revela que es normal y señal de inteligencia que un niño mienta

¿Deberían preocuparse los padres cuando sus hijos comienzan a engañarlos? Es muy probable que la mayoría de nosotros responda que sí. Creemos que la honestidad es un imperativo moral e intentamos inculcar esta creencia en nuestros hijos. Los cuentos clásicos moralistas como Pedro y el lobo y Pinocho hablan de los peligros de la deshonestidad y en ocasiones se piensa que los niños que dicen muchas mentiras o que comienzan a mentir desde que son muy pequeños tienen un desarrollo anormal que los predispone a causar problemas más adelante en su vida.

Sin embargo, hay estudios que muestran que es todo lo contrario: mentir no sólo es normal, también es una señal de inteligencia. Algunos estudios han descubierto que los niños pueden darse cuenta de las mentiras y mentir desde que tienen apenas 2 años. En un experimento, se les pidió a los menores no dar un vistazo a un juguete escondido detrás de ellos mientras el investigador se iba de la habitación diciendo cualquier pretexto. Minutos después, el investigador regresaba y le preguntaba al niño si había echado un vistazo o no.

 

Este experimento, diseñado por el psicólogo del desarrollo Michael Lewis a mitad de la década de 1980 y realizado con cientos de niños desde entonces, ha resultado en dos hallazgos que son consistentes incluso cuando se aplica con pequeños cambios. El primero es que la gran mayoría de los niños echará un vistazo al juguete a los pocos segundos de haberse quedado solo. El otro es que un número significativo de ellos miente al respecto. Al menos un tercio de los niños de 2 años, la mitad de los niños de 3 años y el 80 por ciento o más de los niños de 4 años para arriba negarán su transgresión, sin importar cuál sea su género, etnicidad o la religión que profese su familia.

Los niños también son considerablemente buenos para mentir. En una serie de estudios adicionales con base en el mismo modelo experimental, se les mostró a una variedad de adultos un video de niños que estaban mintiendo o diciendo la verdad sobre haber cometido una transgresión, con el objetivo de ver quién podía distinguir a los mentirosos. Sorprendentemente, ninguno de los adultos (ni siquiera los padres de los niños) pudo detectar las mentiras de manera constante.

¿Por qué algunos niños comienzan a mentir a edades más tempranas que otros? ¿Qué los distingue de sus compañeros más honestos? La respuesta es que son más listos. El profesor Lewis descubrió que los niños pequeños que mienten sobre haber echado un vistazo al juguete tienen un coeficiente intelectual verbal mayor que el de los que no mienten.

Otra investigación mostró que los niños que mienten tienen mejores «funciones ejecutivas» -facultades y habilidades diversas que nos permiten controlar nuestros impulsos y nos mantienen enfocados en una tarea-, así como una capacidad intensificada para ver el mundo a través de los ojos de otros, un indicador clave de desarrollo cognitivo conocido como la «teoría de la mente». Los pequeños mentirosos incluso son más equilibrados emocionalmente y adeptos socialmente, según estudios recientes.