Deshielo podría causar liberación de patógenos ancestrales

Liberaciones simuladas demuestran que podrían provocar importantes daños ambientales.

El clima de la Tierra se está calentando a un ritmo espectacular, y hasta cuatro veces más rápido en las regiones más frías, como el Ártico.

Las estimaciones sugieren que podemos esperar que se liberen cuatro sextillones (4.000.000.000.000.000.000.000) de microorganismos del deshielo cada año. Esta cifra equivale aproximadamente al número estimado de estrellas en el universo, reseña Sputnik.

Sin embargo, a pesar de la insondable cantidad de microorganismos que libera el deshielo (incluidos patógenos que pueden infectar a las especies modernas), no se ha estimado el riesgo que esto supone para los ecosistemas modernos.

Riesgos ecológicos

En un nuevo estudio publicado en la revista PLOS Computational Biology, los científicos calcularon los riesgos ecológicos que plantea la liberación de virus antiguos impredecibles.

Las simulaciones muestran que el 1% de las liberaciones simuladas de un solo patógeno latente podría causar importantes daños ambientales y la pérdida generalizada de organismos huéspedes en todo el mundo.

Experimentos

Los investigadores utilizaron un programa informático llamado Avida para realizar experimentos que simulaban la liberación de un tipo de patógeno antiguo en comunidades biológicas modernas.

A continuación, midieron el impacto de este patógeno invasor en la diversidad de bacterias hospedadoras modernas en miles de simulaciones, y las compararon con simulaciones en las que no se produjo ninguna invasión.

Los patógenos invasores a menudo sobrevivían y evolucionaban en el mundo moderno simulado. Alrededor del 3% de las veces, el patógeno se hizo dominante en el nuevo entorno, en cuyo caso era muy probable que causara pérdidas a la diversidad de huéspedes modernos.

En el peor de los casos (aunque totalmente plausible), la invasión redujo el tamaño de su comunidad de huéspedes en un 30% en comparación con los controles.

El riesgo de esta pequeña fracción de patógenos puede parecer pequeño, pero hay que tener en cuenta que se trata de los resultados de la liberación de un solo patógeno concreto en entornos simulados. Con la enorme cantidad de microbios ancestrales que se liberan en el mundo real, estos brotes representan un peligro considerable.

Extinción y enfermedad

Los hallazgos sugieren que esta amenaza impredecible, hasta ahora confinada a la ciencia ficción, podría convertirse en un poderoso motor del cambio ecológico.

Aunque el riesgo potencial para los humanos no fue modelizado, el hecho de que los patógenos “viajeros en el tiempo” puedan establecerse y degradar gravemente una comunidad anfitriona ya es preocupante.

Los científicos destacaron otra fuente de extinción potencial de especies en la era moderna, una que ni siquiera los modelos de extinción más pesimistas incluyen. Como sociedad, necesitamos comprender los riesgos potenciales para poder prepararnos para ellos.

Peligros al acecho

En 2003, se recuperaron bacterias de muestras tomadas del fondo de un núcleo de hielo perforado en una capa de hielo de la meseta Qinghai-Tibetano. El hielo a esa profundidad tenía más de 750.000 años.

En 2014, un gigantesco virus zombi, Pithovirus sibericum, revivió del permafrost siberiano de 30.000 años de antigüedad.

Y en 2016, un brote de ántrax (enfermedad causada por la bacteria Bacillus anthracis) en Siberia occidental se atribuyó a la rápida descongelación de esporas de B. anthracisen en el permafrost. Mató a miles de renos y afectó a decenas de personas.

Más recientemente, los científicos descubrieron una notable compatibilidad genética entre virus aislados de sedimentos lacustres del alto Ártico y posibles huéspedes vivos.

Ya no es una fantasía 
 
Virus como el SARS-CoV-2, el Ébola y el VIH se transmitieron probablemente a los humanos a través del contacto con otros huéspedes animales. Por lo tanto, no es descabellado que un virus que antes se encontraba en el hielo pueda entrar en la población humana a través de una vía zoonótica.

Aunque la probabilidad de que un patógeno emerja del deshielo y provoque extinciones catastróficas es baja, los resultados obtenidos muestran que esto ya no es una fantasía para la que no debamos prepararnos.